jueves, 24 de mayo de 2012

Inteligencia emocional

Esta semana los alumnos de 2º de Bachillerato están haciendo los exámenes finales de curso.

Para algunos es la última oportunidad para poder aprobar después de haber desperdiciado varias  durante la evaluación continua.

Esta situación crea en los alumnos mucha angustia.

Esta mañana antes de empezar uno de estos exámenes me he encontrado en la puerta de una clase a un alumno con la cara descompuesta. Me lo he llevado al despacho y hemos estado hablando. Tenía una pequeña crisis de ansiedad, se ha tranquilizado,  ha podido entrar en el aula y hacer el examen.

Me ha sorprendido mucho lo que me ha dicho:

"Juan si salgo de esta te prometo que no dejaré nunca más una asignatura para el final, que estudiaré cada día durante el curso"

Me he quedado perplejo ante esta propuesta de intenciones que evidentemente no va a cumplir.

En situaciones como la de hoy me doy cuenta de que en las Escuelas nos falta una asignatura a la que yo personalmente cada vez doy más importancia.

Esta asignatura es la inteligencia emocional.

No enseñamos a nuestros estudiantes a conocer y controlar sus emociones y es muy importante en la vida saber controlar nuestras emociones.

Los sistemas educativos nunca se han planteado la inteligencia emocional como una disciplina. Solamente se han limitado a dejar estos temas para las sesiones de tutoría, pero no con la importancia que tienen.

Nuestros jóvenes están en plena adolescencia. Física y emocionalmente están en un proceso de cambio continuo y es necesario ayudarles en su desarrollo y crecimiento emocional.

Daniel Goleman en su libro "Inteligencia emocional"  nos dice:

"La alfabetización emocional, es decir, comprender y ser capaz de aplicar la inteligencia emocional, es esencial para tener éxito en la vida. El analfabetismo emocional hace difícil afrontar las tensiones y los problemas de la vida en las escuelas, y se expresa mediante el aburrimiento, la mala conducta o el retraimiento.

Los alumnos aprenden de diferentes maneras, pero su aprendizaje está influido casi siempre por factores sociales y emocionales. En consecuencia, necesitan desarrollar competencias reflexivas que les permitan reconocer, admitir, comprender y controlar sus emociones. Esto no es solo una responsabilidad de los padres, también lo es de los profesores"

Necesitamos y debemos sacar tiempo para dedicarlo a la "inteligencia emocional" y con ello conseguiremos  un mejor rendimiento de nuestros jóvenes. Para hacerlo no tenemos que buscar recetas complicadas, a veces es tan fácil como escuchar al alumno.

En tiempos como los actuales con los problemas que tiene nuestra sociedad cada vez es más necesario que escuchemos y atendamos emocionalmente a nuestros jóvenes y a sus familias.

Juan Enciso Pizarro

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